El despertador de septiembre nos ha devuelto a la rutina. Atrás quedaron las reuniones familiares, los bellos paisajes, las horas de mirada perdida junto al mar… y de pronto , en un abrir y cerrar de ojos despertamos a … ¡UN NUEVO CURSO!

¿Pero quién dijo que aquí no hay bellas vistas, ni grata compañía ni horas para soñar e ilusionarse…?

Cambiamos de maleta y compañeros para adentrarnos en un viaje apasionante donde cada día supone un reto personal , un desafío que afrontar, una ruta que trazar. A lo largo del viaje sortearemos todo tipo de obstáculos, a veces parecerá que no podemos salir del terreno fangoso o que no tendremos fuerza para subir a la superficie del profundo océano en el que la rutina , la burocracia y el ritmo extremo de la jornada nos ha sumergido, pero al final , como si de magia se tratase, conseguimos ver la luz y mirando a través del cristal descubrimos la razón de nuestro día a día, nos quedamos absortos ante aquellos que empiezan a descubrir la vida , oímos la algarabía de voces que nos llegan de distintas direcciones y que sin saber por qué, nos llena de energía y despierta en nuestro interior el deseo de seguir, de darlo todo por y para ellos, de ofrecerles las mejores respuestas, de ser brújula y guía su camino de aprendizaje. El viaje no tiene fin, disfrutamos de cada rincón , de cada espacio, de cada encuentro y como en todo viaje de placer, nos olvidamos del reloj, el tiempo no tiene razón de ser, porque aquellos con los que compartimos la travesía, alumnos, compañeros, familias… se merecen lo más preciado, nuestro tiempo.

Recogemos momentos, coleccionamos historias con nombres y rostros… y al final del día volvemos a casa , no siempre satisfechos porque pecamos de autoexigentes, pero con la tranquilidad del deber cumplido. Nos pesa la responsabilidad de ser agentes de cambio, transformadores de problemas en oportunidades, malabaristas que deben llegar a todo y a todos con muy poco… La noche nos devuelve la calma y nos sume en un profundo sueño que se convertirá al día siguiente en un nuevo desafío.

Carina Varela

Bitnami