Cuando acabe el confinamiento, y vuelvan a abrir los centros educativos,  no quiero que haya clases. No quiero que se “recuperen” los contenidos ” perdidos “, ni que se amplíe el horario para compensar las horas “sin aprendizaje” de todo ese tiempo. Tampoco quiero que se envíen mil deberes para abarcar las materias que no se pudieron dar.

Cuando vuelvan las clases, quiero que los niños no estén en el aula, sino que estén al menos una semana corriendo,saltando, ensuciándose, que vuelvan a casa con la ropa rota,los ojos brillando y una sonrisa que les cubra todo su rostro. Quiero que corran,bailen y griten hasta quedarse  sin voz; que tomen el sol durante horas y horas, se revuelquen por los suelos y se rían hasta el agotamiento. QUE SE BESEN Y SE ABRACEN SIN MIEDO.

Después de eso y solo después ,que puedan reunirse con sus compañer@s y maestr@s para reflexionar sobre la experiencia que han vivido,  cómo impactó en cada uno de ellos, sus familias, su barrio. Que expresen su comprensión, sus dudas, sus sentimientos, sus anhelos; que puedan escuchar a los demás, que recuperen el maravilloso hábito de mirarse y tocarse. Que sientan que aunque muchas cosas cambian, otras permanecen para siempre. 

Cuando acabe el confinamiento,  quisiera que nos planteemos si es más importante aprender las sumas y restas, las reglas ortográficas….., a toda costa, sin tener en cuenta para nada el contexto  (personal,familiar,social) que vivimos; o si tiene más  sentido alimentar aquello que nos hace más humanos,más solidarios, compasivos, comunitarios,  soñadores. 

En definitiva,  lo que realmente importa somos nosotros los seres humanos que estamos demostrando  una grandeza sin límites.

 

Sonia Más Bosch 
Co-tutora 1º EP en Trilema Avenida América 

Bitnami