Si pensamos en las palabras en toda su dimensión y dejamos de verlas como simple unidad léxica dentro del lenguaje, nos daremos cuenta de la gran importancia que tienen en nuestra vida , en la construcción de nuestra personalidad y en los logros que podemos alcanzar. Podríamos decir que las palabras pueden cambiar la historia, tu historia personal y la de los otros y podemos ir aún más allá, tienen el poder de transformar el mundo.

Las palabras… ese gran tesoro que habita en el interior de cada uno de nosotros son puente de comunicación entre las personas y camino hacia los sueños que todos albergamos. Recientes estudios dejan claro el efecto que las palabras tienen sobre la actividad cerebral. Cada acción, cada pensamiento , cada palabra, deja huella en el cerebro y nos hace ver el mundo de una u otra forma. De ahí la importancia de conocer las palabras que nos definen, las que guardamos en nuestro interior, las que Luis Castellanos llama en su libro “Educar en lenguaje positivo”, “palabras habitadas”.

Nuestro cerebro es plástico y posee la capacidad de cambiar. Así que tenemos la gran suerte de poder cambiar nuestra visión de las cosas ¿Cómo? Mediante entrenamiento y una poderosa herramienta : EL LENGUAJE POSITIVO ¿Estás dispuesto? Si es así, continuemos.

El lenguaje positivo nos permitirá cambiar nuestra narrativa y modificar nuestra visión de las cosas y la forma en la que nos afectan aquellas situaciones que no podemos cambiar.

La educación tiene mucho que ver con las palabras, ya que se trata de determinar nuestro rumbo y actitud ante la vida. Por tanto, la tarea primordial de todo educador (padres, maestros…), tendría que orientarse a descubrir cómo hablamos, cómo nos hablan, qué nos decimos… ya que es el poder de nuestras palabras el que nos capacita para resolver nuestra vida,  nuestra historia y nuestro destino.

Como docentes, tenemos la difícil, pero maravillosa tarea de transmitir el poder que tiene elegir bien las palabras y  evitar así,  que nuestros alumnos se hagan adictos  a palabras “tóxicas” que dañan nuestra habla interna: palabras de odio, desprecio, rencor, frustración, envidia, dolor… que les hacen creer que el mundo es horrible (“eres un inútil..”, “tenías que ser tú…”, “ni lo intentes…”, “ya te lo decía yo…”, “imposible…”, “de haberlo sabido…”, “se veía venir…”)

Tendríamos que convertirnos en observadores caza palabras , los profesores dentro del aula y los padres dentro del hogar, para poder  intervenir en ellas y construir juntos un nuevo lenguaje que permita impulsar el potencial de cada individuo.

Fijándonos en nuestros alumnos-hijos:

¿Qué palabras utilizan?, ¿Cuáles son las que más se oyen?, ¿Cuáles son sus palabras favoritas?, ¿Qué palabras les molestan? Podríamos hacer listados de todas ellas y trabajar cuándo, dónde y por qué utilizan unas u otras, cómo podríamos cambiarlas…

 Fijándonos en nosotros padres/maestros:

¿Antes de entrar en el aula dejo fuera todo lo que me impida dedicarme plenamente a la clase?, ¿comienzo mi clase con un saludo afectivo?, ¿escribo una frase motivadora en la pizarra?, ¿presento el contenido de forma motivadora?, ¿cuido mi lenguaje y utilizo recurso de gestión de aula?  (Todas estas preguntas pueden adaptarse al perfil de padres ¿cómo empiezo el día?, ¿saludo de forma afectiva…?)

Si el objetivo fundamental de la educación es atender a los sueños de los demás, es esencial comunicarnos de forma afectiva y efectiva con nosotros mismos y con los otros.

Luis Castellanos nos propone 5 pasos de entrenamiento que podemos trabajar profesores, familia y alumnos:

Paso 1- Toma conciencia de tu lenguaje.  Ser consciente de nuestras propias palabras y también de las de los demás y conocer las causas, motivos y consecuencias de su uso. Comprueba tus palabras y gestos. Atiéndete a ti mismo para saber quién eres en tu lenguaje.

Paso 2- Regula tu lenguaje. Aprender a elegir las palabras más adecuadas para hablar a los demás y hablarnos a nosotros mismos, buscando el equilibrio a través de un lenguaje que fomente el respeto y el cuidado. Elige las palabras y gestos que quieres que te acompañen día a día.

Paso 3- Alcanza la autonomía de tu lenguaje. Conseguir no vernos afectados por las palabras de los otros y por nuestra propia habla interna, a la vez que obtenemos autoconfianza y responsabilidad con nuestras palabras.

Paso 4-  Construye las habilidades de tu lenguaje. Construir un lenguaje que facilite las relaciones interpersonales. Aprender a escuchar, a comunicar, empatizar y compartir. Abre la puerta para hacer del mundo un lugar más habitable.

Paso 5-  Vive las competencias de tu lenguaje para la vida y el bienestar.

Activar, a través del lenguaje positivo, conocimientos, actitudes y valores que promuevan la construcción del bienestar personal y social.

Algunas ideas para empezar

Te propongo empezar con algo muy sencillo:

  • Empieza el día con una sonrisa.
  • escribe en un post-it una palabra o frase que te va a acompañar ese día , por ejemplo: ¡hoy es un buen día!, ¡A por todas!,  ¡Tú puedes!
  • Agradece tres cosas diarias (puedes plasmarlo en tu agenda).
  • Llena tu día de más “síes” y menos “noes”. El SÍ abre puertas, nos conduce hacia los sueños, hace posible lo que parece imposible, alcanzable lo inalcanzable; sí a empezar de nuevo, sí a arriesgar, sí a cambiar el rumbo, sí a empezar de nuevo, sí a renovarme, sí a estar contigo, a trabajar juntos  a seguir… El NO cierra puertas, te bloquea, paraliza tu andar, te llena de miedo, inseguridad, te cohíbe, te calla…  Recuerda: ¡La vida es un SÍ!

 

Cambia tu visión de las cosas y nárralo SIEMPRE EN POSITIVO.

“Ama tus palabras, diseñan tu vida”

 

Carina Varela
Directora en Trilema Avda. América.

Bitnami